La Ryder Cup 2031 llega a Catalunya: ¿Impulso económico o sueño ajeno?
La Ryder Cup 2031 llega a Catalunya: ¿Impulso económico o sueño ajeno?

El prestigioso torneo de golf se disputará en Caldes de Malavella. Desde las instituciones se defiende su impacto económico y mediático, pero ¿quién sale realmente beneficiado?
Catalunya será sede en 2031 del evento de golf más importante del mundo. La Ryder Cup, competición simbólica entre Europa y Estados Unidos. Hoy han confirmado que se disputará en el PGA Catalunya de Caldes de Malavella. La llegada del torneo ha sido celebrada como un “sueño hecho realidad”, pero tras los fuegos artificiales de la promoción institucional y mediática, surgen preguntas necesarias sobre el verdadero alcance de este sueño colectivo.
Al igual que ocurrió con la America’s Cup de vela en Barcelona, el principal argumento utilizado para justificar la fuerte inversión pública en eventos deportivos de élite es el “impacto económico”. Se promete riqueza para el entorno local, promoción internacional garantizada y un retorno institucional tan brillante como incuestionable.
Pero, ¿lo es tanto?
Economía en cifras… y en relatos
Durante mis años de formación universitaria conocí las tablas input-output del Nobel Wassily Leóntiev. Su modelo demostraba que todo sector productivo necesita el concurso de otros. Una lógica que se ha aplicado con fe casi religiosa a eventos deportivos, ferias y congresos, esgrimiendo su impacto económico como argumento final.
Como ex director de Fira de Barcelona, y posteriormente presidente de la Asociación de Ferias de España, y de grandes recintos europeos, viví en primera persona cómo el relato del ‘impacto económico’ sirvió para justificar inversiones aún en tiempos de crisis.
En 1994, cuando el sector ferial atravesaba una debacle de metros cuadrados de exposición, recurrimos a estudios internacionales que demostraban que, más allá del negocio directo, estos eventos movían transportes, hoteles, restaurantes y decenas de sectores asociados. Lo mismo ocurrió siendo director de los Campeonatos del Mundo de Natación FINA en 2003, donde la inversión pública sólo tuvo sentido si se medía por las horas de televisión emitidas, los impactos publicitarios y el turismo derivado.
¿Y ahora? La Ryder Cup en Catalunya
Con la Ryder Cup vuelve ese mismo esquema: inversión pública a gran escala y una promesa de impacto positivo. Cuando existen dudas, ahí están los similares estudios de consultoras acreditadas para validar la operación. Pero, ¿hasta qué punto estos beneficios alcanzan al ciudadano medio?
En la America’s Cup, lo vimos: poco público real, menos aún retorno directo local, y una presencia mediática muy limitada al público general. ¿Ocurrirá lo mismo con la Ryder Cup? Está por ver. Pero la historia reciente invita al escepticismo.
Caldes de Malavella, un paraíso sin golfistas.
Como residente parte del año en Caldes, conozco de cerca el campo de golf elegido. Un paraje espectacular, sin duda. Pero también una promoción inmobiliaria de lujo que ha explotado su atractivo hasta límites insospechados. Una burbuja de propietarios ausentes, invisibles incluso para las termas locales.
Por eso, cuando se dice que “el sueño se hace realidad”, uno se pregunta: ¿el sueño de quién? Para los caldenses, esta noticia no ha supuesto ni entusiasmo, ni rechazo, ni siquiera novedad. En definitiva, “ni fu ni fa”.
Reflexión final
Tal vez haya quedado respondida ya. El uso de estudios económicos como legitimación de grandes eventos es tan común como cuestionable. Sirven para justificar inversiones públicas en negocios privados bajo una luz de promesa colectiva. Pero es justo preguntarse si esa colectividad beneficiada incluye a los ciudadanos, o sólo a ciertos actores privilegiados y discretos.
La Ryder Cup 2031 será, sin duda, un magnífico espectáculo. Pero que no se nos olvide: hasta los sueños tienen factura, y no siempre la paga quien los disfruta.