BRUCE SPRINGSTEEN Y LA SEMANA SANTA.

BRUCE SPRINGSTEEN Y LA SEMANA SANTA.

Mi devoción por el cine es fruto de mi adolescencia.  

Siempre me ha gustado el cine y, sobre todo, como ya sabéis, explicar las películas que he visto. 

Una mala costumbre que hace tiempo dejé, por el tema spoilers, y por consejo de amigos y familia. 

Reconozco que es muy feo explicar con detalles una película, pero, a estas alturas de mi vida, no me siento culpable de mis antecedentes, al contrario, creo que desperté interés a mis amigos para convencerles que el séptimo arte es uno de los mejores inventos de la humanidad. 

En esta crónica me apetece recordar de donde viene mi fascinación por el cine y explicaros algunos hechos de mi vida que puede justifiquen esta afición. 

Mi hermano Félix se casó con Maricruz. El padre de Maricruz era portero del cine Condal en pleno Paralelo de Barcelona. Lo recuerdo con un porte sobrio y elegante, embutido en su uniforme de aparente autoridad civil, pero, sobre todo, lo recuerdo porque me abrió las puertas del cine sin pagar entrada y eso fue así hasta su jubilación. 

Cuando me gustaba una película la repetía dos y 3 tres veces por semana y casi llegaba a memorizarlas, música y diálogos incluidos. 

Pero el recuerdo se me hace en blanco y negro cuando llegaba el cine en Semana Santa.  

El beso de Judas, Los diez mandamientos, La túnica sagrada, Quo Vadis, y algunas más, las echaban, literalmente las echaban, cada Semana Santa durante un montón de años. Para mí y tantos otros adolescentes, fueron los tiempos grises de la semana santa. 

Fue un empacho insufrible y algunas de estas películas forman parte de mi memoria, repito, en blanco y negro. 

El caso es que lejos de alejarme del cine y aborrecerlo me dió pie a deleitarme cuando una película me llegaba al corazón. 

Y ayer vi una que me hizo sentir muchas cosas positivas. Acabé de verla y sentí una euforia contagiosa y ganas de pregonarlo al mundo.  

Amigos, mañana os diré de qué va y lo que he sentido. Será una confesión breve. Os desvelaré el título, pero nunca el final. Hoy solo os anuncio que la música, toda la música, es de mi admirado Bruce Springsteen. 

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