EL DESNUDO DE FRAGA Y CABANILLAS

EL DESNUDO DE FRAGA Y CABANILLAS

  

Ahora que tenemos oportunidad de quitarnos la mascarilla he recordado, la verdad no sé por qué, la anécdota de Fraga y Pio Cabanillas. 

Manuel Fraga era ministro de Información y Turismo del Gobierno de Franco, un cachorro. Pío Cabanillas era su subsecretario: no le aventajaba en estatura, pero sí en astucia. Eran los años sesenta, y aquel agosto hacía en Cambados un calor de muerte. La zona gallega donde los dos habían ido a inaugurar un teleclub era un horno, y en el descanso de aquella actividad inauguradora de entonces a los dos les dio por irse a dar un baño. «No tenemos bañador», dijo don Manuel. «No importa: conozco unas calas a las que no va nadie», dijo su subsecretario. Fraga rompió los moldes de su moral púdica y aceptó. Dejaron el coche oficial fuera del alcance de las miradas del chófer y se adentraron en la cala. Cuando braceaban como cachalotes, un ruido mayor que el de un automóvil perturbó su ocio. Era un autobús de un colegio de monjas, que se disponían a lanzarse al mar, en la misma cala.  Fraga salió despavorido del mar, tapándose sus partes en un gesto espontaneo.; Pío Cabanillas le siguió de lejos, gritando: «¡Manolo! ¡La cara, Manolo, la cara!, tápate la cara». 

Con una sonrisa de mis queridos amigos lectores me sentiré plenamente recompensado. 

Deja una respuesta