ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO.

ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO.

ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO 

Queridos amigos escuchando las noticias durante este penoso y terrorífico periodo de pandemia este titular ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO resume mi pensamiento. 

La OMS, el PROCICAT, los consejeros de sanidad de allí y de aquí, el Farreras, el Cuní, la Barceló, la Pepa y el Basté, ¿alguien lo duda? 

Todo el día dando la matraca. 

Y, por si fuera poco, las cuarentenas, los confinamientos, las desescaladas, los asintomáticos, las PCR, los antígenos y la madre que los parió. 

“Mas madera que esto es la guerra” y nosotros las víctimas. 

Y mientras algunos de amigos cercanos sufriendo de verdad por la COVID, con un relato de terror en las UCIS que produce escalofríos. 

Por todo ello insisto; ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO. 

Es un milagro si o si, y más aún si pensáis en las vacunas que no acababan nunca de llegar. Yo estaba dispuesto a ponerme las tres y si llegaba la Sputnik, otra más. 

Como decía aquel famoso cartel del PSUC. “Mis manos mi capital”. 

Mi eslogan de pandemia “Mis brazos mi capital”. (al servicio de las vacunas) 

Pero no hay manera. Una y otra vez se iban retrasando las vacunas y la cólera por la incompetencia general hubiera hecho necesaria la vacuna antirrábica para los de mi edad y si me apuráis hasta la del cólera. 

Pero queridos amigos que nadie se apiade de mí.  

ME HAN PUESTO YA LA VACUNA.!!! 

Y antes, mucho antes, lo soñé. 

Una noche una enfermera, sin nombre, me llamó para arremangarme el brazo y susurrarme, “no hace daño, es un momento” 

Y en un plis plas vacuna enchufada.  

Me puse tan contento que me desperté de un sopetón. 

Lástima que era solo un dulce sueño. 

Ha sido uno de los muchos que a lo largo de mi vida han sido una constante en mi vida. 

Sueño amigos lo que no está escrito y lo peor, después me acuerdo, como es el caso, de mi vacunación fantasma, como si fuera pura realidad. 

De pequeño merodeaba por mi casa algunas noches.Ignoro si lo hacía con los brazos extendidos, como un sonámbulo, y mi madre no me despertaba porque decían que eso era malo. Solo me lo explicaba después, por eso lo recuerdo, y ella y mi abuela eran una fuente de historias para no dormir. Menudas pesadillas. 

O sea que la cosa está en mi ADN por lo que se vé. 

Pero amigos, lo más asombroso de mis sueños tuvo lugar la hace pocas noches. 

Crucé la calle y una furgoneta blanca, típica de vendedor ambulante, sin parar, me dió un golpe tan grande que noté que era el empujón final de mi vida. 

No fue así. Pero note el final. Y fue tan dulce y placentero que seguí durmiendo, alegremente, hasta despertarme y recordar que mis sueños dan para un relato, como el que hoy. queridos amigos, os hago llegar sabiendo que ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO. 

Gracias, como siempre, por leerme y en este único caso, y sin que sirva de precedente, envío este escrito a mi médico del CAP, por si las moscas.  

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