HISTORIAS DE LA FERIA

HISTORIAS DE LA FERIA

Los barceloneses no supieron qué era un supermercado hasta 1959. Fue en la Feria Internacional de Muestras de Barcelona. Una delegación comercial de Estados Unidos montó uno para asombro de los visitantes, incrédulos ante la gran oferta de productos y ante el hecho que ellos mismo llenaran un carro con ruedas y pagaran al final en caja. Desde entonces, el colmado de barrio tardó en darse cuenta, pero con los años, como si de un animal autóctono se tratara, entró en la lista de especies amenazadas. 

Una amiga me ha hecho llegar la experiencia de Food Coop, sobre la apertura del primer ‘super’ cooperativo en Barcelona, o lo que es lo mismo, una tienda donde quienes los únicos que pueden llenar el carro y pagar en caja son los propios dueños del establecimiento y esta información explica la anécdota anterior que he reproducido íntegramente. 

Y ahí, queridos amigos, se activó, por arte de birlibirloque, mi memoria y el titulo que da nombre a este escrito. 

HISTORIAS DE LA FERIA. LA PELICULA.

Realizada en 1958 me ha hecho recordar como la Feria Internacional de Muestras de Barcelona abrió las puertas a la modernidad, de una España en blanco y negro, triste y escasa en estímulos económicos y, como no, a los propios barceloneses que acudíamos en masa, cada mes de junio, a comprobar, con la boca abierta y con hambre de conocimiento, las novedades del año. 

La presencia de países desarrollados como EEUU o Alemania nos dieron la oportunidad de conocer los supermercados, las primeras televisiones, en blanco y negro, y después a color, los coches más avanzados y, para todos los que la visitábamos, degustar nuestro primer frankfurt, o los polos Popeye de doble cuerpo, o el flan chino Mandarin, solo por citar algunos deliciosos ejemplos de la afamada Plaza del Universo de la Fira. 

 ¡Y el colmo de los colmos! La presencia de países del Este. Empezó con Checoslovaquia y llegó la URSS. El acontecimiento político más importante de como la Feria abrió las fronteras del mundo. 

El gobierno español, faro de occidente contra el comunismo, que no tenía relaciones consulares con la URSS, permitió que la Feria acogiera, con mucho éxito, un stand enorme de la Unión Soviética, con vodka para todos y caviar para unos pocos.   

Cabruja, al grano, que te vas del tema. ¿Porque HISTORIAS DE LA FERIA? 

Pues, queridos amigos, por la película que así se titula, y que vi con entusiasmo y risas y que ahora he recordado con muchísimo cariño. Tanto que, cuando fui director de Fira, recuperamos la pelicula y la proyectamos en el Palacio de Congresos para todo el personal, con la presencia de su director, Rovira Beleta, y con palomitas a discreción, para que todo fuera más familiar y real. 

Gracias Emili Farrerons, un amigo que perdura y que fue quien lo organizó de forma maravillosa. 

La cinta es un homenaje a la Feria Internacional de Barcelona coincidiendo con su 25 aniversario. Varios personajes desubicados acaban encontrando su sitio en la vida gracias a la Feria. Un crisol humano que va desde el insignificante ladronzuelo hasta el empresario rico. 

Con el telón de fondo de la montaña de Montjuïc, se entrecruzan las historias de varios personajes: Una joven que ha huido de su casa al enterarse que padece una grave enfermedad; Teresa, una de las ocasionales empleadas de la Feria que no ha podido seguir su carrera como modelo por tener una figura demasiado voluptuosa; Alfredo, un empresario multimillonario que puede perder su patrimonio; Félix, un bohemio vagabundo con una peculiar filosofía de vida; un carterista preocupado por enseñarle el oficio a su hijo; y un aspirante a conductor obsesionado con comprar un «coche colorado». 

Y lo que más recuerdo, un personaje que no sabía dónde ir, después del cierre de la Feria, y toma la decisión de quedase a dormir en un stand que reproduce una casa de las tipicas películas americanas de la época, con todas las comodidades, y una gran cama king size que, obviamente, no escapa de su tentación para qué el gran Miguel Gila, duerma a pierna suelta toda la noche, bien tapadito, hasta la mañana siguiente en que un vigilante lo despierta de su sueño y lo devuelve a su frustrante normalidad. 

La película rezuma frescura narrativa al intercambiar los diferentes intereses de los personajes en las múltiples situaciones en las que un evento como el de la feria, se solían dar, como el variopinto elenco de personalidades preocupadas por la inauguración, bendecir y desfilar, ligar e incluso a robar carteras. 

La Feria de Muestras era un evento único, multitudinario, multicultural y comercial, gastronómico y económico de grandes proporciones para disfrute de los barceloneses que en mi caso ha sido el preámbulo de un sueño nunca imaginado, ser su director general. 

Y hasta aquí, amigos, mi admiración por el cine y mi cariño por la Fira. 

Y un recuerdo entrañable para el que fuera director de esa época, Juan Antonio Tifon al que conocí muchos años después, orgulloso de ser el suegro de Joan Manel Serrat, en una comida llena de anécdotas de su paso por la Fira, con la mirada cómplice de su yerno. 

Por cierto, un Joan Manel, vecino de la calle Poeta Cabanyes del Poble Sec, donde ambos nacimos, y donde le recordé como en las verbenas de Sant Joan, él y su cuadrilla, nos incautaban la madera que recogíamos y que nos servía para hacer las hogueras que, trabajosamente, encendíamos en los cruces de las calles del barrio.  

Joan Manel Serrat, por edad, era un ganapia redomado que abusaba de nuestro grupo más joven y así lo reconoció, riendo abiertamente cuando se lo recordé.  

Gracias amigos, como siempre, por leerme. 

PD. https://www.youtube.com/watch?v=eAwkkWFc22g

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