¡OYE CABRUJA !

¡OYE CABRUJA !

OYE CABRUJA.!

¿Cuándo estabas en los mercados municipales recuerdo que hicisteis algo respecto a los cajeros automáticos, pero, bien bien, en que consistió?

¿Porque me lo preguntas?

Verás, he leído en la prensa que el Ayuntamiento de Barcelona piensa instalar cajeros automáticos en 4 mercados de la ciudad y sólo un único banco se ha prestado a hacerlo de forma gratuita. El resto de bancos, según esta noticia, pretendía cobrar por su instalación.

Y es entonces, queridos amigos, cuando, como si fuera ayer, he recordado este episodio de mi vida profesional.

He recordado con detalle mi visita a la Caixa y mi primera experiencia de negociación en las alturas, nunca mejor dicho.

Con traje y corbata, zapatos brillantes y cartera al uso me entrevisté con el jefe informático y de recursos tecnológicos de la Caixa.

No entro en detalles, pero puse toda mi pasión en explicarle que instalar cajeros automáticos en los mercados era la fórmula magistral para popularizar su uso y, a la vez, ofrecer un servicio directo a vendedores y compradores de los 41 mercados de la ciudad.

Mi interlocutor guardó silencio. Me miró fijamente sin mediar palabra y, acto seguido, cogió el teléfono y habló con una persona cuyo nombre no recuerdo. “El director de los mercados municipales de Barcelona, miró entonces la tarjeta, Sr. Cabruja, nos ofrece instalar cajeros automáticos en los mercados, ¿qué te parece?”

Desconozco la respuesta exacta que le dió, pero, al momento, apareció por la puerta del despacho, me saludó y me bombardeó con preguntas. Supe después que era el subdirector general.

¿Cuántos mercados hay, pueden instalarse en un mercado más de uno, en qué lugar pueden localizarse, tendremos exclusividad? Y así una pregunta tras otra hasta que me fue fácil adivinar que la idea les había encantado porque coincidía con su estrategia de implantación de este, en aquel momento, novedoso sistema de servicio bancario.

Y entonces me salió una vena de comercial que desconocía.

Había que cerrar el trato rápido y me inventé que otras entidades financieras estaban super interesadas en el tema y que, además, era imposible darles exclusividad.

Sino lo dije lo pienso ahora pero mi argumento debió ser “quien da primero, da dos veces no pierdan esta oportunidad”

Y así, queridos amigos, en un tiempo récord, en unas pocas semanas, la asesoría jurídica municipal y el ayuntamiento en pleno supo de la firma de un convenio de colaboración, esa fue la fórmula, que ideamos para sortear el proceso administrativo de adjudicación y convertir en realidad la instalación de los 41 cajeros automáticos.

¡Ah! y me olvidaba. En la segunda reunión me preguntaron el precio.

Tuve miedo escénico, casi pánico, de echar a perder la negociación al darles la cifra global del convenio.

350.000.000 de pesetas más de 2.1 millones de euros.

Solo me hicieron dos preguntas más: ¿Podían establecer precio uno a uno, podían renunciar a alguno de los 41 mercados??

En ese momento supe que la cosa estaba hecha. No se habían desmayado al oír la propuesta y buscaban una rebaja.

La respuesta contundente, el precio era por todos en bloque y el Ayuntamiento no podía discriminar a los de Nou Barris, que por sus comentarios no les interesaban tanto como el del Ninot o Sant Antoni, por poner dos ejemplos.

Y así fue, queridos amigos, como di respuesta a la pregunta que ahora, sin ningún tipo de modestia, los tiempos son determinantes y todo lo condicionan, he creído conveniente relatar.

Un abrazo y hasta la próxima.

Cabruja, ¿la próxima dices?

Si, amigos, la próxima fue, tres meses después, la Caja de Pensiones, competencia directa de la Caixa, firmó un convenio por otros 350 millones de pesetas y lo más inverosímil no colocó ni uno solo de los cajeros pagando, eso sí, su importe íntegro.

¿Os preguntareis por qué??

La respuesta es increíble. La Caixa y la de Pensiones se fusionaron a la semana siguiente de la firma del último convenio y, a pesar de implorar que no fuera efectivo, nuestra respuesta fue concluyente. Si sabían de la fusión porqué lo firmaron.

PD.

Mi interlocutor en la Caixa tiempo después fue su vicepresidente y consejero de numerosas empresas tecnológicas. O sea que mal no le fue.

Gracias amigos por leerme.

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