¿ QUIÉN TEME A LA ASOCIACION DE VECINOS DE HOSTAFRANCS ?
Siguiendo la lógica del nacimiento de las asociaciones de vecinos en Barcelona, la de Hostafrancs nació en 1974 como respuesta al Plan Comarcal que partía en dos nuestro barrio.
Dos años y medio después la Asociación continuaba sin ser aprobada, pero actuaba de hecho, aunque no de derecho, con el nombre de Comisión Gestora y fue en calidad de órgano indeterminado que, después de múltiples gestiones, visitamos, previa solicitud de audiencia, al entonces gobernador civil de Barcelona Martin Villa.
Martin Villa pensó, y en cierta medida acertó, que la recién creada Asociación de Vecinos de Hostafrancs era un nido de comunistas y no la reconoció hasta que la transición política fue un paso definitivo a la democracia y no tuvo más remedio que legalizarla.
Manuel Campo Tolosana, una gran y admirada persona. Un líder indiscutible y creíble y un treintañero y politizado vecino, fuimos muchas veces a pedirle a Martin Villa la legalización.
A su pesar la Asociación ilegal fue cada día más nutrida en personas cuyo objetivo era vivir mejor y en libertad.
Martin Villa nos trató bien. Muy educado, pero con argumentos peregrinos, poco convincentes
Manuel, con una simple sonrisa, lo desmontaba, sin alterar su tono tranquilo, ni sus formas de patricio romano.
Recuerdo que Manuel le dijo “Gobernador, hemos batido un récord. Llevamos más de 32 meses pendientes de legalización. Ya va siendo hora de que aprueben nuestros estatutos porque esto no hay quien lo entienda. Si hemos de cambiar algún artículo nos lo dice y lo cambiamos.”
Es obvio que el tema no eran los estatutos. El tema era el miedo al movimiento popular, aún incipiente, que desbordaba el marco de la dictadura que aparecía cada vez más próxima a su fin.
Fue durante ese tiempo una asociación non nata pero muy activa y finalmente la Asociación vió la luz y con ello la representación de los vecinos en los foros ciudadanos en donde se abordaba el futuro de Barcelona.
La AAVV consiguió que Manufacturas Cerámicas abandonara sus instalaciones de las calles Bordeta/Farell, que producían una contaminación por humo insoportable a las viviendas vecinas y que el secador de pieles del Matadero, en la calle Tarragona, desapareciera de la vista y fundamentalmente se acabara con el nauseabundo olor que soportaban los vecinos.
Hasta hace bien poco en la calle Béjar celebraban una pequeña fiesta en recuerdo del éxito de la desaparición del maldito secador de pieles.
En todo caso, ahora es momento, al recordarlo, de proclamar; VIVA HOSTAFRANCS, mi segundo barrio, después del Poble Sec.