SAN ADOLFO. VIRGEN Y MARTIR.

SAN ADOLFO. VIRGEN Y MARTIR.

Algunas veces he tenido que justificar porque mis padres me pusieron de nombre ADOLFO y no lo hago por egocentrismo. 

En mi relato sobre UN MINDUNDI EN LA FIRA expliqué, con detalle, cómo se produjo esta elección que ha provocado malos entendidos sobre mi familia.   

Y efectivamente puede crear confusión. Alguien que no conozca a mi familia, ni su pensamiento rotundamente antifascista, puede dudar;  

¿Porque Adolfo? 

Podéis encontrar el detalle en; 

                  http://www.adolfcabruja.com/871-2 

Y la respuesta está clara; no querían llamarme ni Silvestre ni Justiniano. 

Y así han pasado los años, sin pena ni gloria, para este santo que nada tiene que ver con San Adolfo obispo de Alemania. 

Hoy pongo mis conocimientos religiosos al servicio del verdadero Adolfo.  

Mis amigos y conocidos me han felicitado en días distintos. 11 de febrero, 19 de mayo, 31 de agosto y 27 de septiembre. San Adolfo, el auténtico, el mío.  

Y siempre les digo “que no, que mi santo es el 27 de septiembre.” Aunque, sinceramente, no me hacen demasiado caso. 

HOY ES MI SANTO 

Porque así me viene de tradición familiar y porque, este San Adolfo, me sirve para resaltar que era un mártir. 

De hecho, siempre respondo; “San Adolfo, virgen y mártir”. Qué nivel.! 

Pero lo de virgen no cuela. Solo lo añado para provocar una sonrisa. 

San Adulfo, si, amigos no lo escribo mal, San Adulfo y San Juan, eran hermanos y protomártires de la sangrienta persecución que Abderramán, Rey de Córdoba, movió contra los cristianos en los principios de su Imperio.  Sabemos que triunfaron ambos como héroes de los enemigos de Cristo, sirviendo su ejemplo para alentar a muchos cristianos débiles a que diesen iguales pruebas de su fe. 

Nacieron ambos en Sevilla, de padres iguales en nobleza, pero desiguales en religión. La madre cristiana, que los educó, el padre musulmán. 

Y ahí empieza la refriega. 

Los parientes de Sevilla por parte del padre, no podían tolerar que los dos ilustres hermanos profesasen la religión cristiana, creyendo que en esto infamaban la nobleza de sus ascendientes. 

Y los denunciaron para ser castigados por desertores de la religión.  

Oyeron Adulfo y Juan la acusación del juez, (mahometano, por supuesto), con el mayor desprecio y declararon estar preparados a padecer todos los castigos que pudieran discurrir los árabes, antes que separarse de su religión cristiana. 

El juez les dijo “Manchando vuestra ilustre prosapia con una torpe religión, os condeno a una muerte infame.” Y los sentenció a la pena capital. 

Ejecutándose la injusta providencia el día 28 de septiembre por los años 824. Los cristianos recogieron sus cadáveres en una noche tenebrosa, como debe ser, y les dieron sepultura en la Iglesia de San Cipriano. 

Y hasta aquí, queridos amigos, la historia de San Adolfo. Espero haberos instruido y que anotéis en vuestras agendas esta efeméride, para colmar de felicitaciones y regalos a este humilde ADOLFO que os escribe y que, a decir verdad, se conformará, solo, con una pequeña sonrisa. 

Gracias por leerme hermanos. 

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