EL MERCADO DE FELIPE GONZÁLEZ.

EL MERCADO DE FELIPE GONZÁLEZ.

Viendo la foto del stand del FELIPE GONZALEZ, en uno de los salones de moda de Fira de BCN, he recordado una anécdota que me produjo perplejidad y, obviamente, una sonrisa que no pude disimular y que ahora, al ver la foto, recuerdo con especial cariño. 

Año 1983. En aquel momento era responsable, jefe de zona, de los mercados municipales de Barcelona y, más concretamente, del área de Nou Barris. 

La oficina central de la zona estaba situada en el MERCADO DE FELIPE II. Ahí tenía mi oficina y despacho. 

Un día el presidente del mercado me solicita una reunión para explícame que ha tenido lugar una asamblea de vendedores y han decidido requerir, formalmente, al Ayuntamiento de Barcelona, el cambio de nombre del mercado.  

¿Qué proponéis?, les dije.  

«Queremos Sr. director que el mercado se llame MERCADO DE FELIPE GONZALEZ “ 

Mi sorpresa fue mayúscula y de incredulidad y no pude contener una sonrisa muy cercana al cachondeo. Pero insistieron seriamente con un argumento de pura estrategia político-comercial. Su razonamiento era palmario: 

«Con el Ayuntamiento socialista, que gobierna la ciudad, si proponemos este nombre, FELIPE GONZALEZ, obtendremos simpatías de los mandamases municipales para que nos hagan el aparcamiento nuevo y nuestros clientes puedan comprar y cargar sus coches tranquilamente». 

A estas alturas ya no pude disimular y pasé de la sonrisa a la carcajada. Me reí con ganas. Pregunté una y otra vez si me estaban tomando el pelo, si era una burla, un pitorreo. 

«¡No!, rotundamente no, director» 

«Lo ha decidido la Junta y la asamblea lo ha aprobado.» 

Con moderación , pero sin conseguir un tono de seriedad, les hice ver que el aparcamiento se haría, de hecho, ya estaba aprobado, y que no hacía falta cambiar el nombre del mercado. 

Mi argumento era simple, ya estaba previsto y, por el contrario, el cambio de nombre les podría hacer perder clientes que no eran partidarios ni del PSOE ni de Felipe González. 

Me hicieron caso y yo aquí lo cuento. 

A mi teniente de alcalde, Josep María Serra Martí, le vi reír con estruendo cuando se lo expliqué. Me consta que el alcalde Maragall fue conocedor de esta anécdota porque, tiempo después, desayunando en el mercado, con la Junta y el equipo municipal, compartió con una sonrisa sincera esta candorosa e ingenua iniciativa que siempre he pensado fue una divertida broma de aquellos chistosos vendedores.  

!!! Viva el mercado de Felipe II ¡¡¡ 

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