HOY HE CONOCIDO A GRETA THUNBERG Y NO MIENTO.
Queridos amigos, hoy he conocido a Greta Thunberg.
Os expliqué que sueño lo que no está escrito. ¿Recordáis?
Mucho antes de que fuera una realidad soñé que ME HABIAN PUESTO LA VACUNA
“Una noche una enfermera, sin nombre, me llamó para arremangarme el brazo y susurrarme, “no hace daño, es un momento”. Y en un plis plas vacuna enchufada.
Me puse tan contento que desperté de un sopetón. Lástima que fue solo un dulce sueño.
Este sueño, de hecho, es uno más de los que he tenido a lo largo de mi vida. Son una constante nocturna que no controlo. Y lo más impresionante es que después me acuerdo, como es el caso, de mi vacunación fantasma, como si fuera pura realidad y con todo lujo de detalles.
De pequeño, algunas noches, merodeaba por mi casa de Poeta Cabanyes, andando sin destino por el pasillo. Ignoro si lo hacía con los brazos extendidos, como un sonámbulo. Mi madre no me despertaba porque decía que eso era malo. Solo me lo explicaba después y por esta razón lo recuerdo. Ella y mi abuela eran una fuente de historias y de sueños para no dormir. En su caso auténticas pesadillas. O sea que la cosa está en mi ADN, por lo que se ve, pero sin malos rollos.
He leído que el sonambulismo tiende a ser hereditario y que despertar a un sonámbulo no provoca un ataque al corazón, pero que es mejor no despertarlo y llevarlo cuidadosamente a la cama para que no se lastime. Dicen que seguirá profundamente dormido y que es probable que por la mañana no recuerde nada de lo ocurrido.
En estos momentos de mi vida puedo afirmar que no soy un sonámbulo, pero soñar, lo que se dice soñar, nunca he dejado de hacerlo y recordar los sueños lo hago con mucha frecuencia.
Dicen los expertos que soñar mucho no es más que una señal de buen descanso y de dormir suficiente. Realmente se trata de una total liberación de la mente y de una cabeza llena de imágenes y pensamientos que desean proyectarse. Soñar mucho es sinónimo de pensar mucho.
No sé si es verdad esta afirmación, tan categórica, pero si es así, soñar es bueno, o eso parece.
Esta noche pasada, vuelvo al titular de esta crónica, he soñado lo siguiente;
Me encontraba en una estación pendiente de la llegada de un tren con destino Barcelona. A mi lado una casi niña me miraba fijamente con una media sonrisa que me provocó, al verla, una mía, más amplia, de reciprocidad.
Fui a comprar el billete a una vieja taquilla. La niña me siguió detrás, a unos pasos, sin decirme nada.
Instintivamente saqué dos billetes y le di uno para ella.
Al poco tiempo llegó el tren. Un viejo tren de madera con dos compartimentos Uno de pasajeros y otro reservado para niños.
La niña me habló entonces y me explicó, con una voz cautivadora, que el tren era de madera para contribuir a la sostenibilidad del planeta, que en el vagón de pasajeros no se podía hablar por el móvil y, cogiendo mi mano, me llevó al vagón de los niños que jugaban alegremente alrededor de una monitora.
Nos sentamos juntos y casi sin tiempo, como una sorpresa inesperada, estábamos entrando en Barcelona. Nos habíamos saltado todas las estaciones intermedias y en nuestra ventana aparecía el mercado de Sant Antoni.
Le expliqué que yo había sido el jefe de los mercados. Me miraba con unos ojos que no puedo describir y con su media sonrisa me seguia cautivando. Me pidió como podía contactar y busqué un boli para apuntar mi teléfono.
No tenía boli y ella tampoco.
Fuimos a la barra de un bar cercano. Se lo pedí al camarero. Me lo dió. Busqué un papel para anotarlo y no encontré ni una humilde servilleta para escribirlo.
¡Que nervios! Buscar y buscar y no encontrar. Y aquí, antes de que el sueño se convirtiera en pesadilla, me desperté abruptamente con los ojos de par en par.
Juro que, en mi sueño, no sabía quién era esta niña pero, al levantarme, lo he visto como una realidad incontestable.
Era GRETA THUMBERG. Su figura frágil, vulnerable, delicada, su cara dulce, tierna, fascinante y encantadora, que aparecía en mi sueño no me dejaba lugar a dudas. Era la activista medioambiental sueca luchadora contra el calentamiento del planeta y figura mediática mundial.
Gracias Greta por haberte conocido y a vosotros amigos por leerme.
PD. Una amiga me ha preguntado si en algún momento Greta me dijo, “bla, bla, bla.” No lo recuerdo. Pero seguro que no me lo dijo porque bla, bla, bla, es una forma de decir que no se dice nada y mi sueño dice muchas cosa.