IMAGEN, PROTOCOLO Y LITURGIA.

IMAGEN, PROTOCOLO Y LITURGIA.

The Crown es una de las series más brillantes y espectaculares de Netflix y al recordarla me permite escribir sobre las inauguraciones de los salones de la Fira y de su puesta en escena que ofrecen, a nuestras autoridades, en la mayoría de ocasiones, lucir sus poderes y su boato. 

 
The Crown tiene intérpretes excelentes. Es una mezcla de ficción y realidad inteligente e impecable, pero para mí criterio lo más destacable, con diferencia, es la ambientación primorosa que aparece en los banquetes, fiestas y recepciones de la familia real británica.   

Son los detalles, cuidadosamente tratados, los que dan un glamour insuperable a la serie. 

La vajilla, los platos, los cubiertos en los banquetes y comidas familiares, el orden en que se colocan los invitados, los pajes, los ujieres, los choferes, el mobiliario, toda la parafernalia, incluido los vestidos de la reina, son un manjar delicioso para el protocolo, la liturgia y el poder 

Y, ciertamente, eso me lleva a ampliar el tema de las inauguraciones en la Fira. 

Las inauguraciones eran y son una fuente de conflicto porque el protocolo y la liturgia son una manifestación clara de poder. 

Quién y cómo se inaugura un salón y los conflictos que se generan son una prueba de lo que recuerdo. 

Un amigo me comentaba hoy, en relación a las fotos de mis recuerdos, que todos los tiempos tienen sus altibajos y cambios, pero que las instituciones que trascienden, se aguantan, se ayudan y se rearman gracias al protocolo y la liturgia que trasladan su imagen de poder a la sociedad. 

Un claro ejemplo es, sin duda, la iglesia católica. Todas las iglesias, son un ejemplo de liturgia y protocolo. Y viendo la ceremonia de inauguración de las olimpiadas de Japón el ejemplo està claro. Liturgia y mas liturgia.

La imagen cambia con los tiempos, seguro, pero siguen transmitiendo una forma de poder. 

Los progres de mi época teníamos en la pana el disfraz perfecto. En mi caso, además, llevaba un capazo al hombro, entre urbano y rural. Era lo más.! 

Después, con los años y mis cambios de trabajo, pasé a la corbata y a la cartera de mano. Cartera potente, ejecutiva, ostentosa. Tan ostentosa que el portero del hospital de Bellvitge, un empleado insobornable que no dejaba entrar a ningún familiar de los allí ingresados hasta las 17 horas en punto, me saludaba con una inclinación cuando entraba al hospital, directamente, sin pararme, con mucha seriedad, vista al frente, para visitar a mi padre, convaleciente en una de las plantas. 

Seguro que mi decisión de entrar, sin preguntar nada y a paso decidido, ayudaba a saltarme las normas, pero, sobre todo, mi atuendo, de médico moderno, hacían de mí una autoridad hospitalaria nada sospechosa. O así me lo parece, porque nunca tuve problemas para entrar y, siempre, lo hacía antes de las 5 de la tarde y durante semanas. 

Espero que esta ingenua confesión no impugne cuanto antecede porque imagen tenemos todos y la usamos para nuestros intereses y a conciencia. 

¿O acaso las camisas de Alcampo y Carrefour de algunos miembros de Podemos, o los llamativos vestidos de la ministra de Hacienda, la sastrería clásica de PP y Vox, mis trajes de pana, o el jersey de Marcelino Camacho, eran y son una casualidad? 

Imagen, protocolo y liturgia. 

Y las inauguraciones de Fira son un buen ejemplo de imagen, protocolo y liturgia que me sirven para estos modestos comentarios. 

Aunque, a decir verdad, nadie ha superado a nuestra alcaldesa Colau, que, siendo presidenta de la Fira, no acude a inaugurar su propia feria, aduciendo la presencia del Rey y un teórico besamanos. Una práctica que alguien debe añorar pero que nunca, nunca, he contemplado en directo, excepto en las series de época. 

Cuando confirmaba con este amigo parte de lo que relato nos ha aparecido, con humor, otro tema. Las medallas de conmemoración y similares, algunas incluso con algún valor material que suelen acompañar las inauguraciones y efemérides. Hemos coincidido que los fabricantes de medallas, como los fotógrafos de estos eventos, se ganan la vida muy bien. 

Ambos guardamos medallas a punta pala, pocas de valor material, la verdad, y nada nos hace suponer que esa práctica  vaya a desaparecer. 

Medallas, cintas para la inauguración, besamanos que no lo son, himnos, banderas, imágenes y fotos, todo un complejo entramado de poder que hemos recordado juntos con una sonrisa de complicidad. 

Y hasta aquí, a vuela pluma, mis recuerdos, acompañados hoy de mi gran afición al cine y las series y de una pequeña confesión, la del hospital, que espero no me tengáis en cuenta. 

Hasta luego amigos y gracias por leerme. 

PD.

Se llama besamanos a un modo de saludar a las mujeres casadas que consiste en tomar su mano derecha y acercarla a la boca en ademán de besarla. Se trata de un acto galante en el que el hombre debe inclinarse ligeramente sobre la mano de la dama a la vez que la levanta de manera firme pero delicada. En sentido parecido, se llama besamanos al acto en que concurren a besar la mano del rey y de las personas de su familia los funcionarios y las personas de la corte. Antiguamente, también se daba este nombre a la recepción oficial que hacían las autoridades de provincia en determinados días llamados de corte.

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