LA HISTORIA DEL PRINCIPE DE MÓNACO

LA HISTORIA DEL PRINCIPE DE MÓNACO

¿Tienes smoking?

No.

Pues ya puedes alquilar uno. Nos vamos a Mónaco.

Y así empezó la historia de esta foto.

Destino Montecarlo. Compañero de viaje mi jefe y amigo Albert Batlle. Objetivo conseguir que la gala de entrega de los premios Laureus World Sports se celebraran en Barcelona.

¿Y para esto se necesita un smoking?

Pues sí, queridos amigos. Se necesitaba un smoking y dinero. Y veréis porqué.

Salida en avión hacia Montecarlo. Buen tiempo. Sol espléndido. En el avión Pere Duran, director de Turismo de Barcelona, el tercer hombre de la foto y dos invitados de lujo, José María Minguella, afamado agente de futbolistas y David Meca, dos veces campeón mundial de aguas abiertas y estrella mediática televisiva.

A lo lejos un nubarrón sin más.

De repente el avión se para y desciende en caída libre.

Sin mediar palabra Albert y yo nos cogimos la mano.

Batlle, supongo que, a la vez, rezando. Albert es creyente y yo, con la mente en blanco y con el maldito smoking colgando del respaldo.

En todo caso un acto de confraternización frente al pánico.

Fueron minutos, supongo que en realidad fueron segundos, interrumpidos por la voz del comandante; “aterrizaremos en Cannes para evitar la tormenta”.

Sin más sobresaltos una caravana de Mercedes negros, con choferes atléticos, nos trasladó a nuestro hotel en Montecarlo. Que digo hotel, un pedazo de hotel. El Hotel Hermitage. Un buen lugar para lucir el smoking siempre que uno evite ser confundido con un camarero.

Noche de la gala. Saludamos a su alteza el príncipe de Mónaco.

De ahí la foto que nos hicieron a la entrada momentos antes del saludo.

Estábamos tan abrumados, tan aturdidos por el protocolo y el glamour de la recepción que al saludarlo nos quedamos parados a unos metros de distancia del príncipe.

Los invitados entraban al besamanos y saludaban al príncipe y a sus autoridades, es decir a los de la foto, a nosotros, a los tres caballeros de smoking.

Compartíamos espacio un buen tiempo hasta que alguien nos hizo una indicación para desalojarnos de tan privilegiado escenario.

No sentimos vergüenza por esta manifestación de catetismo provinciano y se nos fue la poca vergüenza que nos quedaba cuando las estrellas de cine y la corte femenina del principado, con escotes exuberantes, pasaban revista ante nuestros ojos.  Alguien nos dijo “hay que mirarlas. Han venido para eso.”

Conocimos a Miguel Indurain, miembro del jurado. Un tío normal que se sorprendió de dos cosas. Del reloj Panerai que la organización le había regalado. Un pastón inalcanzable, incluso para una estrella como él, y del robo que sufrió, atravesando el boulevard principal de Montecarlo, cuando desde una motocicleta abrieron la puerta de su coche, en un semáforo, y le volaron la maleta del asiento posterior.

Cuando reaccionó había desaparecido y no hubo forma de recuperarla. A día de hoy debería preocuparse más de su reloj Panerai. Pero no demos ideas.

Ah.! ¿Y del príncipe qué? Pues un auténtico showman. Era el presentador de la gala y el cicerone de los invitados. Y de este modo conocimos a Michael Douglas y a la bella Catherine Zeta Jones, las auténticas estrellas de la noche, aunque el triunfador fue David Meca, el galán latino de sonrisa seductora.

Y hasta aquí un recuerdo real en el sentido monegasco y en la memoria que os trasmito.

Un placer, queridos amigos, compartir con vosotros la foto del smoking y los tres caballeros. Gracias por leerme.

PD.

Los Laureus son un invento que concita una audiencia televisiva extraordinaria. Son los «Oscar» del deporte.

La entrega de los premios se hace mediante una gala, desarrollada cada año en una ciudad diferente que se retransmite por televisión a más de 190 países.

Las últimas galas de los Premios Laureus, antes de la pandemia, han tenido una audiencia televisiva de 1100 millones de telespectadores en todo el mundo. 

En 2006 y 2007 la ciudad española de Barcelona acogió la gala anual, que contó con la asistencia del Rey Juan Carlos I La ceremonia de 2008 pasó a la ciudad rusa de San Petersburgo. Y para 2022 está prevista Sevilla.

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